Siempre atrae nuestra mirada y se convierte en un ser mágico que acaricia, golpea o se desliza, mordiendo roca y madera, tiñéndose de colores según le venga. Inmóvil, violenta en ocasiones, transparente en otras, el agua es siempre un motivo fotográfico que nos espera en muchos de los caminos que recorremos. Afortunadamente y esperemos que por mucho tiempo.
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