Al deambular por la naturaleza nunca desesperes, tal vez no encuentres el paisaje que anhelas, pero casi siempre te será ofrecida la presencia majestuosa de un árbol, vigía infatigable del mundo, centinela del valle o de la montaña, que te permitirá capturar en un instante los secretos escritos en la corteza de su tronco ajado, como el de este magnífico ejemplar con el que ya he concertado una cita invernal, cuando despojado de todas sus hojas y sintiendo el abrazo de la nieve, me permita atesorar, esta vez en blanco y negro, su imagen pétrea e imperecedera.
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